El modelo de tipo de cambio dual sigue sobre la mesa, pero la decisión sobre el esquema está diferida hasta después de las elecciones.
Según diversas fuentes políticas cercanas al Ejecutivo, el Gobierno aspira mantener el tipo de cambio subsidiado de 6,30 bolívares por dólar hasta febrero o marzo de 2016, cuando se produciría un ajuste que llevaría la paridad subsidiada hasta 40 bolívares, partiendo de un piso de 12 bolívares, mientras que se ampliaría la oferta del Simadi, con subastas de hasta 150 millones de dólares semanales, lo que no significaría un incremento sensible, frente a la demanda.
¿De dónde saldrán esos dólares? Hay dos respuestas, de acuerdo con las fuentes consultadas: la primera es que los precios petróleo podrían comenzar a repuntar a finales de este ejercicio, lo que dejaría el promedio de la cesta venezolana en 50 o 60 dólares por barril en 2016.
Los menos optimistas sostienen que habrá que recurrir a operaciones de crédito público más agresivas y al sostenimiento de la reducción de importaciones, de manera de que los productos que reciban más divisas sean los realmente esenciales, en función de reducir los críticos niveles de escasez que hoy existen en rubros básicos de alimentación e higiene.
Las operaciones de venta de deuda a descuento se harían más frecuentes en este contexto, ya que garantizan recursos frescos en un plazo relativamente corto.
Las fuentes consultadas señalan que el gobierno tiene “ahorros” para mejorar el suministro de productos en la temporada de fin de año -cosas del ciclo electoral, dirán algunos-; sin embargo, el origen de tales economías es, por decir lo menos, dudoso. Las fuentes dicen, por ejemplo, que las reducciones de las ventas de crudo a Petrocaribe podrían dar unos 3.000 millones de dólares adicionales.
No todos en el ámbito de la periferia revolucionaria son optimistas. Por ejemplo, el economista y asesor del Banco Central de Venezuela (BCV), Rafael Quiroz, sostuvo, en un foro reciente, que lo responsable es que el Ejecutivo proyecte el presupuesto de 2016, con un precio promedio de 30 dólares por barril de crudo, pues, en su opinión, no existen demasiados indicios de que la situación de sobre oferta en los mercados petroleros vaya a cambiar en el corto plazo.
Además, el Fondo Monetario Internacional hizo una clara advertencia sobre los crecimientos mediocres que tendrán las economías más grandes del planeta en 2016, lo que hace presumir que la demanda de crudo no tendrá margen para crecer y consumir los cerca de 2 millones de barriles diarios de crudo excedentarios que circulan por el mundo.
Volviendo al tema cambiario, hay que decir que este modelo de tipo de cambio dual no es, en absoluto, una garantía de mejoría para un mercado cambiario que transa menos de la tercera parte de las divisas que hace dos años. Todo dependerá de la capacidad que el Gobierno tenga de ofertar más dólares. Si ese supuesto se cumple, la mejoría -siempre parcial- se podría producir; si no, será otro experimento fallido más, como lo es el Simadi.
Por: Armando J. Pernía
* Periodista. Gerente Editorial de la revista GERENTE